miércoles, 29 de abril de 2009

Tenías razón. Fue pasajero.

Qué graciosa la manera en que me miras y supones que sabes lo que estoy pensando, mientras tanteas un poco en mi cabeza que, si me conocieras mejor, supieras que es más indescifrable de lo que parece. No, no soy tan básica como se piensa a primera vista. Sí, soy un libro abierto, pero de esos complejos que vale cuestionarse si se quieren analizar.
Qué graciosa la manera en que te tocas la cabeza y me sonríes y haces esas muecas bonitas y tiernas que me encanta que hagas porque son muy tú. Aunque no lo creas, me encanta que seas tú todo el tiempo y no yo. Yo no quiero que seas yo. Yo ya veo ese pedazo de mí que necesito reflejado en ti... con eso basta.
Qué graciosa la manera en que hablas, en que ríes, en que opinas, en que mientes, en que me abrazas, en que me buscas, en que te vas...
Qué graciosa la manera en que dejas una marca en mi vida, cada vez que respiras y ni siquiera estás consiente de ello...

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