sábado, 13 de marzo de 2010

Estúpida y conformista.

¿Quieres saber qué dijo? dijo que me quería. Sí, eso dijo. Que le gustaba mi manera de ser y que eso había sido especialmente importante. No sé a qué se refería, pero da igual. Yo soy así. Dijo que era muy linda y que le gustaba estar conmigo, que ya quería verme, que ojalá las cosas siguieran así después. Que si teníamos hijos, el bebé era mío... es que yo siempre he querido un bebé, incluso cuando yo era uno. Dijo muchas cosas que me hicieron sentir bien, a mí, que me conformo con sentirme mal. Y me abrazó y me tomó las manos y me hizo sentir segura. Me besó, me miro a los ojos y yo traté de saber qué pensaba, pero no encontré nada. Y luego, me volví a sentir sola, pero en algún punto dijo que me quería ¿Puedes creerlo? Me quería...

viernes, 5 de marzo de 2010

STFUP!

Anoche te dije que no sabías nada de mí y tu seguiste con la estúpida idea de que un día, quizás, podrías llegar a saberlo. Anoche te dije que estaba realmente cansada, que esto era todo, que separados estamos mejor... y tú seguiste con la estúpida e inocente idea de que yo podría cambiar de opinión, pero no es así: ya no hay vueltas en u. Anoche te dije que no quería que me besaras, que no me tocaras, que no me interesa, que las cosas pasan por algo y por algo yo me tenía que ir.. y tú seguiste con la estúpida, muy estúpida idea de que con palabras podíamos solucionarlo. Con los años he aprendido que hay cosas que no se solucionan... Anoche te dije que no sabías nada de mí y tú seguiste con la estúpida idea de que un día, quizás, podrías llegar a saberlo... o eso quise creer.

Si supieras entender..

Yo que tú no existo y no me arriesgo a decir palabras que no valen la pena. Yo que tú no existo y no me molesto en comenzar algo que no va a terminar bien. Yo que tú no existo e insisto en seguir siendo una idea idílica de esas que no se desechan con los años sino hasta que se materializan y se vuelven aburridas y comunes. Yo que tú no existo y permanezco intacto como un amor de película, como un atardecer inmaduro, como una sonrisa petrificada en algún aviso plublicitario. Yo que tú no me arriesgo a tocar mi piel, a rozar mis labios, a tomar mis manos, a mirarme fijamente. Yo que tú no me molesto en ser sincero... Yo que tú no existo y no me arreisgo a decir palabras que no valen la pena. Pero tú y yo somo muy distintos, ¿verdad?